domingo, 1 de julio de 2007

Entre la neblina de la muerte y la luz de una mañana (a propósito de la exposición Yuyanapaq. Para recordar)

Entre las muchas imágenes que se pueden ¿apreciar?, hay muchas que sobresaltan. Exaltan la sensibilidad más dormida, adormece el pulso, deja frágil la ecuanimidad. No hay momento del recorrido de la exposición que las preguntas no dejen de apelotonarse como un hervidero de grillos en la cabeza: ¿Por qué sucedió todo esto?, ¿A qué se debió que filosofías foráneas impusieran en las mentes frágiles de los insurrectos toda esas prácticas criminales para que se abocaran a la más repudiable forma de buscar “justicia social”?¿Por qué el Perú es una sociedad tan enferma que se niega a estar enferma? En las salas del sexto piso del Museo, es cierto, hay un amplísimo ambiente que presta al visitante de una buena camaradería con la reflexión. Pero en las imágenes, qué apretados los muertos, los rebeldes, las fuerzas del orden, qué juntos y uno encima del otro los detenidos, tendidos vientre abajo los presos de las cárceles prontos a morir, un ser humano. Y los estudiantes de San Marcos, de la UNCP; las mujeres y hombres de confundidos los cadáveres entre tanta miseria que deja la muerte cuando toca cobardemente a Huaycán y Raucana, a Maria Elena Moyano dirigirse a sus “compañeras” para alzar protesta por sus hijos y por ellas mismas, en sacar del atraso y la miseria a toda una comunidad de familias migrantes, a los periodistas de Uchuraccay, las fotos de Willy Retto, entre la neblina de la muerte y la luz de una mañana, entre otras evidencias que dan muestra de lo doloroso que es para el Perú recordar estos, sin duda, durísimos veinte años. En una de las salas, la número 22, se presentan testimonios de seis desaparecidos, por parte de una madre, un hijo, una hija, una hermana y esposas. Esta, debo confesar, es la parte más penosa del recorrido. Es doloroso. El relato que se nos ofrece es descarnado, es lamentable, angustiante, pero real. Las personas que brindan estos testimonios cumplen con relatar, con evidente angustia en la voz, la experiencias que han marcado las desapariciones forzadas y matanzas acaecidos sobre sus seres queridos. Aquí el corazón se le quiebra a cualquiera, muy fácilmente, sin poder contenerse la pena. Todas las voces se atropellan en un confuso nudo de indignación y pesar que se ata y enreda en el espíritu del visitante, obligándolo inevitablemente a la conmoción. Aunque la sala es la más iluminada (debido a las pantallas de luz blanca que despiden las cajas, y es donde justamente se encuentran empotradas las fotografías ampliadas de las víctimas), lo infortunado y el oscurantismo de estas muertes opaca el espacio, como si un cuerpo de gallinazo planeara bajo el cielo raso y colapsara con sus dimensiones la claridad del salón. Estas personas víctimas del atropello están ausentes, pero sus voces hablan, gritan, denuncian en las bocas de sus familiares y exigen redención. La exposición ha sido posible gracias a la Defensoría del Pueblo, el INC, EL Ministerio de Justicia, y otros, que sumando esfuerzos, tienen el compromiso de ofrecer a la población esta información recopilada y producida por la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Este compromiso es con el fin de optar por el recuerdo, y además con el de abrazar la verdad. Salomón Lerner, presidente de la Comisión mencionada, escribe: “es una elección moral que implica valentía y madurez”.Esta visita debería constituir en la mente de los peruanos una conciencia solidaria y de férrea visión de justicia y de paz para el futuro, para que hechos como los ocurridos no vuelvan a suceder, y que los grados de suma miseria y hambruna que aún existen en gran parte del país desaparezcan de una vez por todas, adoptando una actitud de compromiso con nuestros pares, sin ningún tipo de violencia ni sojuzgamiento, sino con la convicción de pensar en conjunto en un Perú progresivo y justo, pacífico y hermanado entre sus ciudadanos.Como se menciona en una entrega, éste es un espacio de rememoración que, se sirve de la fotografía como herramienta de conocimiento y recuerdo, para contrarrestar el olvido, la ignorancia y la negación.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Crudo análisis de tan (imagino) cruda exposición de un pasado que tristemente compartimos los argentinos. Te mando un abrazo en la distancia y prestadas las palabras que a modo de título y deseo simultáneo acompañaban el informe de la comisión nacional sobre los desaparecidos "NUNCA MAS".